Nos hacemos eco en nuestro rinconcito particular del artículo publicado en valenciaplaza con el título:
"El legado de los médicos musulmanes medievales renace tras siglos de olvido"
VALENCIA. "La naturaleza de cada individuo es causa necesaria
para determinar el tratamiento. Para el médico tiene carácter
primordial lo peculiar, característico, individual de cada enfermo; asistimos enfermos y no enfermedades". Lo dejó escrito el valenciano de origen aragonés Arnau de Vilanova
(ca. 1238 - Génova, 1311), el gran médico de la corona de Aragón, el
galeno personal de reyes como Jaume II. Podría escribirse igualmente
hoy. Adelantado a su tiempo, Vilanova fue la puerta, la correa de
transmisión que llevó a la España cristiana, y por ende a Europa, el saber de los grandes médicos musulmanes. De ellos aprendió. En ellos se inspiró. Por ellos tuvo esa visión humanista de la medicina.
Al
margen de su importante obra personal, Vilanova se habría labrado ya un
lugar en la historia porque tradujo, entre otros, al uzbeko Avicena,
la gran autoridad médica musulmana. La erudición y el trabajo del
valenciano permitieron que el saber que se atesoró durante siglos en la
España musulmana no se perdiera y, al igual que hicieron los monjes
medievales que copiaron los grandes clásicos griegos y romanos en
monasterios perdidos en las montañas, Vilanova, en medio de la corte,
sometido a todo tipo de presiones, supo salvaguardar la llama de la sabiduría que había heredado de los médicos musulmanes y que estos, a su vez, traían de los griegos. Una labor de difusión en la que desempeñaría un papel fundamental la Escuela de Traductores de Toledo.
Entre
los médicos musulmanes de Al Andalus hay grandes nombres propios.
Algunos de ellos aportaron su experiencia personal, como fue el caso de Abulcasis (Madinat al-Zahra, Córdoba, 936 - Córdoba, 1013), quien incorporó a sus libros su trabajo con heridas de guerra.
La aparición en unas excavaciones arqueológicas de Valencia de unos utensilios médicos como los que recomendó
el médico musulmán es la excusa a partir de la cual el Museo de
Historia de Valencia ha organizado una exposición que se inaugurará este
martes y que tiene por título En el mil.lenari d'Abulcasis.
"Parecía lógico rendir homenaje a una figura así porque no se suele prestar mucha atención a los principales nombres de la España musulmana",
explica Javier Martí, director del museo. Y a los hechos se puede
remitir. Por comparación: Hay un hospital dedicado a la memoria de Arnau
de Vilanova en Valencia, hay calles en esta ciudad, Sueca, Canet o Sant
Cugat del Vallés con el nombre del médico valenciano, un pasaje en
Reus, pero prácticamente nada recuerda a los grandes médicos musulmanes
valencianos. Una calle a Abu Salt en Denia, una estatua en Alzira a Ibn Tumlus y poco más. Son vagas referencias, ilustres desconocidos.
La muestra, que se podrá contemplar hasta el 1 de junio,
forma parte de las actividades del Día Internacional de los Museos y,
si bien se ha organizado a partir de unos sencillos instrumentos,
permitirá rememorar en esta ocasión "a una de las más grandes figuras de
la medicina de la historia", dicen desde el museo en referencia a
Abulcasis. Gracias a la comparación con otros descubrimientos similares,
a investigaciones sobre antropología física, y a la búsqueda en las
fuentes iconográficas y literarias, el visitante del Museo de Historia
de Valencia podrá bucear en los entresijos del comportamiento humano y
descubrir "cuánto de atávico tienen algunos de nuestros comportamientos
más arraigados, incluso aquellos relacionados con la propia higiene".
Las comisarias de la exposición han sido las especialistas Carla Aguirre y Susanna Llidó.
Es Aguirre quien recuerda que Abulcasis fue "durante cinco siglos" una
referencia fundamental para los médicos medievales y renacentistas "y se
le citaba como autoridad a la altura de Galeno o Hipócrates";
de ahí lo justificado de esta exposición. "Él retoma el saber los de
antiguos pero además le aporta su experiencias personales", relata la
comisaria, "con lo que enriquece la sabiduría que ha heredado".
Abulcasis es, junto a Averroes,
una de las grandes referencias médicas musulmanas de la Edad Media
española y sus enseñanzas llegarían hasta el Renacimiento. Las
contribuciones del cordobés son muchas y Aguirre recuerda, entre otras,
que dibujó los instrumentos quirúrgicos que empleó, más de 300, o sus
"novedosas aportaciones a la farmacoterapia". El médico español también
aportó propuestas como el empleo del hilo de seda en cirugía para cerrar
heridas o el uso de fórceps para partos.
UN LENTO PERO PAULATINO PROCESO DE OLVIDO
En
2013 se celebraron los actos por el milenario de su muerte que
intentaron contribuir a su popularización. Una tarea a la que se suma el
Museo de Historia de Valencia con el objetivo de que su nombre siga
vivo. Este objetivo de paso sirve para recordar a los grandes médicos
medievales musulmanes valencianos que, aunque han sido ampliamente
estudiados por los expertos, son aún desconocidos entre el gran público,
como señala Martí.
Con la llegada de Jaume I parte de este
saber fue arrinconado (igualmente sucedió con los médicos hebreos, que
merecerían otra reflexión) pero no fue rápidamente, sino que se trató de
un largo proceso, lento e inexorable. Así lo constata en su artículo
‘Arnau de Vilanova, la medicina y la ciencia en tiempos de Jaume II', el
catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad Miguel
Hernández de Elche, Emili Balaguer. "La degradación de la cultura musulmana en el Reino de Valencia no fue tan rápida como se creía",
ha escrito Balaguer, "y a pesar de las prohibiciones legales, como la
de 1388, que no permitía a los médicos musulmanes asistir a enfermos
cristianos, sus servicios fueron solicitados por municipios, hospitales,
nobles y reyes", añade.
Precisamente de Balaguer obtenemos el nombre del médico valenciano 'Abd-al Wadüd b Abd-al Malik, "autor de una obra en defensa de la medicina científica, contra los teólogos
que la consideraban un desafío de la omnipotencia divina y contra las
prácticas empíricas sin fundamento racional". Otros grandes médicos han
sido citados en libros como Medicina valenciana mágica y popular escrito por el fallecido Juan Gil Barberá y Enric Martí y publicado por Carena Editores, donde se recuerda a Abu-l-Ala Zuhr, nacido en el año 1130 y que publicó una guía de médica práctica titulada Tadhkira.
O el alcireño Ibn Tumlus, a quien su localidad natal le ha rendido homenaje con una escultura. Médico y filósofo, hasta nuestros días ha llegado su Introducción al arte de la lógica, que se encuentra en el Monasterio del Escorial en Madrid. Se trata de un resumen del Organon árabe, la adaptación musulmana de la obra de Aristóteles.
Ibn Tumlus, fallecido en 1233 fue discípulo de Averroes y médico del
sultán almohade al-Nasir. Como otros médicos musulmanes, se distinguió
como higienista, farmacólogo y tuvo un perfil público muy relevante.
LAS AVENTURAS DE ABU SALT DE DENIA
Igualmente cabe recordar a Abu Salt Umaina (1067-1134),
conocido como Abu Salt de Denia, que llegó a estar encarcelado según la
historia que relató en su tesis doctoral a principios de siglo el
eminente arabista conquense Ángel González Palencia (1889-1949), una rocambolesca aventura que testimonia cuán azarosas fueron las vidas de muchos de ellos.
"Un
barco cargado de cobre, que navegaba con rumbo a Alejandría, naufragó
muy cerca de ella", escribió González Palencia. "A nadie se le ocurría
un medio para sacarlo a flote, cuando Abu Salt pensó en el asunto y
creyó haber dado con la solución". El de Denia le propuso al rey que le
dejara intentar sacarlo y se comprometió a que un invento suyo, aunque
sería costoso, resultaría eficaz. Y así fue. Su ingenio permitió que el
barco saliera a la superficie pero el destino le jugó una mala pasada en
el último momento. Según relata González Palencia, el barco "llegó casi
a la superficie del agua" y "en este momento se rompieron los cables, y
volvió a sumergirse en el fondo del mar".
Abu
Salt fue encarcelado durante una temporada, años, meses, no se sabe,
que aprovechó para ampliar sus estudios. Su carrera como médico y
escritor fue muy importante y uno de sus libros, un Tratado de los medicamentos simples, fue posteriormente traducido por Arnau de Vilanova. Su conocimiento fue incorporado por los médicos cristianos.
Su nombre, prácticamente no. Hoy ha sido olvidado, como el de tantos
otros médicos musulmanes. Ninguna placa. Ningún reconocimiento. Sólo
queda de ellos notas a pie de página en libros que sólo leen los
historiadores y unos pocos aficionados.
Arnau de Vilanova puso en valor el trabajo de estos sabios. Arnau de Vilanova, ya se ha dicho, fue médico de reyes. Pedro el Grande, Alfonso III y Jaume II estuvieron
bajo sus cuidados. Este último fue su gran amigo. Jaume II tiene por
sobrenombre el Justo. Arnau de Vilanova también podría tenerlo. Hizo
justicia con los sabios que le precedieron en el tiempo. El devenir de los siglos ha provocado que muchos de ellos sean hoy olvidados. Una
desmemoria que se pretende subsanar "modestamente" ahora desde el Museo
de Historia de Valencia; el primer paso para recuperar el legado de
nuestros antepasados.