miércoles, 19 de diciembre de 2012

Música Andalusí

Navegando por blogger he encontrado este artículo y he querido compartirlo con vosotros, no sin mencionar a su autor original, Mar nahar
 
El origen de la producción musical característica de Al-Andalus, la música andalusí, se ha establecido según la mayor parte de los entendidos, con la llegada del músico bagdadí Abu al Hassan Alí Ibn Nafeh, apodado Ziryab “el pájaro negro cantor” (según unos por asemejarse a un mirlo y otros por la tez oscura de su piel), procedente de Bagdad, de donde huía por su riva
 
Ziryab no trajo solamente la rica experiencia del refinamiento cortesano abasí, sino que dio nueva vida e impulso al arte andalusí. “Mientras que en Occidente triunfaba la música gregoriana, adaptada a la liturgia católica y calcada de la lengua latina, Ziryab se había convertido en Occidente en el pionero de la música profana”. En Al-Andalus el arte musical gozaba de una autonomía muy grande y se humaniza, distanciándose a la vez del canto gregoriano y de la música árabe.

Se cuenta que su espíritu inquieto y renovador le llevó incluso a realizar sus propios instrumentos musicales, y destacan las innovaciones que realizó en el Ud (instrumento árabe clave) introduciendo una quinta cuerda y la pluma de águila.

La composición musical por excelencia de aquella época es la “nawba”, vulgarmente conocida como “nuba” y que equivale a una especie de sinfonía o suite actual, elaboradas composiciones melódicas de contenido en su mayor parte profano o místico, donde la exaltación del amor, la belleza y la sensualidad alcanzan su máxima expresión, siempre (y normal en la cultura islámica), como obra y prueba de la existencia de Dios.

La base de esta composición musical, es la “muwassaha” o moaxaja, composición poética creada, según la tradición, por el autor Muqqadam ibn al Mu’afa nacido en la localidad de Cabra (Córdoba) hacia finales del siglo IX y por ello apodado al Qabrí, aunque, fue más conocido como el Ciego de Cabra. La moaxaja rompe con la métrica rígida de la “qasida” árabe originaria de Oriente y se impone rápidamente, siendo trasladada posteriormente durante el esplendor de Al-Andalus hacia aquellas lejanas tierras. El último verso de la moaxaja se escribe en lengua romance y se le conoce con el nombre de jarcha (jarŷa).

A partir de la moaxaja, se deriva el zayal o zéjel, caracterizado por expresarse en lengua romance o dialecto andalusí popular, a lo que debe su mayor calado en todos los estratos sociales y que fue creado por el también cordobés Ibn Quzman, según unos o por el zaragozano Ibn Bayya (Avempace) según otros. Toda esta producción literaria, y sobre todo los zéjel tienen reflejo y traslado a las culturas vecinas como la castellana, italiana o franca, siendo la base de los cantos trovadores iniciados en Francia por el cortesano Guillermo de Aquitania o las cantigas de Alfonso X en Castilla. Como apunta Cortés García: “Las huellas andalusíes aparecen también esparcidas en el contenido del Romancero español y en algunos cancioneros medievales. Así las estructuras de las formas estróficas como la muwassaha y el zéjel, géneros creados en Al-Andalus en los siglos IX y XI respectivamente, se ven reflejadas en una parte importante de los villancicos recogidos en los cancioneros hispanos, en la lírica tradicional galaico-portuguesa, a través de las cantigas de amigo, y en las formas poéticas y musicales de los trovadores franceses”.
Para hacernos una idea, “la nuba” es un compendio de canciones y fragmentos instrumentales, compuestas a partir de varias formas poéticas:
 
- La muwassaha (moaxaja).- Escrita en un lenguaje culto o semiculto.
- El zéjel.- Escrito en dialecto andalusí.

(Estos dos se utilizan en las sanat´ o canciones corales)

- La qasida. Poema breve de entre dos y cuatro versos. Ésta se suele utilizar en el insad, la primera introducción vocal la nuba de uno de los solistas vocales.
- El mawwal. Versos cortos y con innumerables de juegos de palabras lo que les confiere un carácter muy rítmico. Se utilizan para el final, en el que el solista vocal improvisa melodías sobre él en diálogo con cada uno de los instrumentos. (Es nuestra “saeta”, para entendernos y forma muy típica en la canción árabe)

La música gozó de un período de máximo esplendor con la llegada de los Reinos de Taifas. Las escuelas de música acogían a mujeres, tanto a musulmanas como cristianas que, tras una dura etapa de formación en filosofía, geometría, astrología, geografía y música entre otras disciplinas, pasarían a formar parte de orquestas, amenizando las tertulias palaciegas y cortesanas. Reinos como el de Al-Mutamid (Sevilla) eran conocidos por contar con importantes orquestas compuestas de músicos y cantoras musulmanas andalusíes, además de rodearse de reconocidos poetas y poetisas del mismo origen.
Con la capitulación del último rey nazarí de Granada, todo este caudal musical se vio desplazado en la memoria de los andalusíes a tierras del Magreb.

¡Oh cara de luna llena!,
¡oh sol tras la nube!,
no pude soportar mi sufrimiento y pasión.
¡Cuántas veces le escribo enviándole cartas!,
tal vez me conteste.
Si se prolongara tu alejamiento,
pienso que moriré.
Amor mío, sé amable y generoso en tu unión,
tú mi enfermero y mi médico.

(Anónimo )

Sana’a. Nuba de los Poetas de Al-Andalus