Las modas, y las formas artísticas del Gótico del Norte, no habían sido totalmente aceptadas en Italia; y hacia mediados del siglo XV las modas italianas ya mostraban considerables diferencias en relación con las del resto de Europa medieval.
La invasión de Italia realizada por el monarca galo Carlos VIII introdujo, las modas francesas en éste país; pero la influencia fue a la inversa. El Renacimiento se difundió al otro lado de los Alpes; de modo que si Carlos VIII era todavía un rey medieval, Francisco I fue un monarca renacentista.
La invasión de Italia realizada por el monarca galo Carlos VIII introdujo, las modas francesas en éste país; pero la influencia fue a la inversa. El Renacimiento se difundió al otro lado de los Alpes; de modo que si Carlos VIII era todavía un rey medieval, Francisco I fue un monarca renacentista.
También lo era Enrique VIII de Inglaterra, en el reinado de su padre Enrique VII el traje medieval ya había tenido muchas modificaciones. La línea dominante, era la horizontal. Los zapatos dejaron de ser tan puntiagudos para ser achatados, inspirandose en el nuevo estilo de arquitectura, de arcos aplanados. Los tocados de las damas ya no eran réplicas de los pináculos góticos y empezaban a parecerse a las ventanas de estilo Tudor. Y con la entrada del nuevo siglo un curioso estilo germánico empezó a influir en los trajes. Se ha escrito mucho sobre este fenómeno pero los historiadores contemporáneos coinciden en la victoria de Carlos el Calvo, Duque de Borgoña, en la batalla de Grandson (1476). Los vencedores hicieron un saqueo de seda y otros tejidos y utilizaron ese botín rasgando las telas para remendar sus propios trajes desgastados por la batalla. Los mercenarios germanos copiaron a las tropas suizas; y de allí se extendió a la corte francesa. Las cuchilladas ( Lansquenetes ) rasgaduras en las prendas que dejaban ver el forro interior de los trajes. Las cuchilladas se extendieron al traje femenino pero no tuvo tanto éxito como en el masculino.
La indumentaria femenina de ésta época fue mucho más sencilla que la de los hombres. Las faldas eran más amplias y con bordados mas lujosos. Sobre la Kirtle, que era una falda cosida a un cuerpo, llevaban el vestido que, ceñido a la altura de la cintura, caía en amplios pliegues hasta el suelo. Las mangas ya no eran ajustadas y se hicieron muy anchas con una gran vuelta de piel. Las pieles eran de uso frecuente en la indumentaria femenina como en la masculina. Las favoritas eran el lince, el lobo y la marta. La parte superior de la camisa se mostraba a través del escote, cuadrado y bajo. A principios de siglo los hombres también llevaban escote dejando ver el borde de la camisa que, se fruncía con una cinta ensartada en el cuello de la camisa. Éste fruncido suponía el comienzo de la gorguera de la segunda mitad del siglo.
La prenda masculina más importante era el jubón, a veces tan largo que llegaba hasta las rodillas. Tenía una abertura en la parte central de la cual se podía ver la bragueta (ésta tenía relleno y sobresalía por fuera símbolo de masculinidad). Las mangas se hicieron cada vez más anchas, y a menudo estaban acuchilladas o eran mangas de bandas. Los tejidos favoritos eran el terciopelo, el raso y las telas de oro.
Las prendas que cubrían las piernas eran las calzas y las medias, que iban cosidas juntas. Las calzas se sujetaban al jubón por medio de cordones que se pasaban por unos ojetes y se ataban con unos pequeños lazos.
Los zapatos en un primer momento eran anchísimos y se conocían con el nombre de pico de pato. Con frecuencia estaban acuchillados, los tacones eran bajos las suelas eran de cuero o corcho y el empeine de cuero, terciopelo o seda.
Llevaban sombreros tanto en el interior como en el exterior de las casas, que por lo general eran a modo de bonetes blandos y bajos . A veces tenían ala, y ésta podía doblar por delante o por los costados. La cofia de lino, abrochada debajo de la barbilla, era un vestigio de la época medieval, su uso estaba restringido menos para los viejos y hombres de leyes.
Las prendas de la gente de la clase media se componían de un sobretodo que generalmente iba sin mangas. Cuando llevaba mangas, se trataba de mangas colgantes que dejaban ver las mangas de la prenda de abajo. El sobretodo se llamaba schaube, se Convirtió en la prenda típica de los humanistas; Lucero la utilizaba.
Durante la primera mitad del siglo XVI los trajes de las clases altas eran de un colorido muy vivo. Abundaban los jubones de color púrpura, azul y rojo. El panorama cambió a medidos del siglo. Las modas españolas de prendas ceñidas y colores oscuros, preferiblemente el negro, desplazaron a las de dominio alemán, que se caracterizaban por sus colores vivos. Esto se debió en parte al gusto personal del emperador Carlos V, conocido por la sobriedad de su indumentaria, y por otro lado, al creciente poder de la monarquía española. La corte española se convirtió en el modelo admirado por toda Europa. Incluso el rey francés Enrique II siguió la moda española vistiendo casi siempre de negro. En la década de los sesenta apareció la gorguera sobre el cuello levantado del jubón y que mantenía la cabeza erguida en actitud de desdén, era un signo de privilegio aristocrático.
La gorguera constituye un ejemplo del componente jerárquico en el vestido. Las mujeres también la usaban, aunque en la indumentaria femenina existe otro componente: el principio de la seducción, como se le ha llamado. Éste consiste en aprovechar los encantos femeninos a través de la ropa, por ejemplo; el escote. Las
mujeres deseaban ponerse gorguera para revelar su estatus social, pero también querían resultar atractivas y consiguieron ambos propósitos con el Compromiso Isabelino, que consistió en abrir la gorguera por delante para mostrar el escote elevándola por detrás de la cabeza en unas alas de gasa.
La gorguera constituye un ejemplo del componente jerárquico en el vestido. Las mujeres también la usaban, aunque en la indumentaria femenina existe otro componente: el principio de la seducción, como se le ha llamado. Éste consiste en aprovechar los encantos femeninos a través de la ropa, por ejemplo; el escote. Las
mujeres deseaban ponerse gorguera para revelar su estatus social, pero también querían resultar atractivas y consiguieron ambos propósitos con el Compromiso Isabelino, que consistió en abrir la gorguera por delante para mostrar el escote elevándola por detrás de la cabeza en unas alas de gasa.
Continuara...